
En un garaje privado o comunitario, se puede recargar el vehículo mediante un enchufe común o instalando un dispositivo fijo en la pared, como el Wallbox de Volkswagen
Aunque los puntos de recarga públicos son ya muy numerosos y siguen en aumento, la forma más sencilla de utilizar un coche eléctrico para los trayectos urbanos cotidianos es la recarga doméstica. No puede ser más simple: basta con enchufar el coche a la red eléctrica con un enchufe normal (los llamados “Schuko”) mediante el cable incluido en el equipamiento de serie. Hay dos posibilidades, hacerlo en un garaje privado o en uno comunitario. En uno privado, naturalmente, no hay que realizar ningún tipo de instalación adicional. El coche se convierte en otro aparato eléctrico doméstico. Ni siquiera hace falta que la potencia contratada sea especialmente alta.
En un garaje comunitario también es posible cargar un coche eléctrico, aunque ahí sí hay que realizar una instalación adicional, más o menos sencilla. En la mayoría de los casos, consiste en crear una salida del contador propio hasta un enchufe en la plaza de garaje. En los casos en los que los contadores no estén próximos a la plaza, basta con añadir un segundo contador. En cualquiera de los dos casos, el usuario y no la comunidad será quien asuma el coste de la electricidad. El único requisito es informar por escrito a la comunidad de propietarios de la instalación o al administrador de la finca.